No quiero verle, pero me
paso el día viendo sus fotos. No quiero hablarle, pero si no me saluda me
enfado con él. No quiero que me saque la sonrisa tonta, pero me encanta tener
esa sensación. No quiero llorar por él, pero cada vez que pienso en todo esto
no puedo controlar las lágrimas. No quiero que me mire, pero me encantan sus
ojos. No quiero que me cuente su vida, pero me muero de ganas por saber que tal
anda de amores. No quiero que esté cerca de mí, pero no puedo impedir las ganas
de querer tenerlo a mí alrededor. No quiero pensar en él porque me duele, pero
siempre he tenido un lado masoquista. No le quiero, o eso pretendo hacerme
creer.
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